miércoles, 13 de abril de 2011

YO, EL NEGRO

“Odio al colorado” -me dijo el colorado cuando terminó el partido. Sin ninguna razón aparente que justificara ese odio, mi amigo –el “Colo” Mario- me hizo esa confesión que no logré entender de entrada.

¿Qué pasó? –le pregunto.

Nada. Está de vivo –me contesta.

Sin darle más bola (roces del juego supuse), miro a mi alrededor. Veo a los cuatro gurises que completan el equipo de fútbol cinco de todos los miércoles a la noche. Son mis cuatro amigos del alma.

A Mario lo conozco desde que tengo cinco años. Al principio no nos llevábamos bien, hasta que un día me sentaron junto a él en una clase de historia; nuestra cualidad para burlarnos de los defectos de los demás -sin que nos importaran las miradas acusadoras mientras nos cagábamos de la risa- nos unió.

Los otros tres: el chiquito gracioso, el fachero buena gente y el amargo del grupo. Yo: el “Negro”. Y es que todos los grupos de amigos están conformados con uno de cada uno de estos “especímenes”. Con características distintas y bien demarcadas, pero unidos por una cualidad –como mínimo- en común. En nuestro caso, la inmadurez llevada al extremo.

Al insultar a su par colorado –rival de turno en ese fútbol cinco, pero buena gente- Mario me hizo notar que nunca sumaríamos a ningún otro pibe al grupo selecto de los cinco. No a menos que tuviera una característica extra, fuera de las ya existentes. No era un simple “roce del partido”; el Colo no iba a permitir que otro pelirrojo se sume tan fácilmente a los viernes de playstation. Para colorados ya está él. Es una fija. No puede haber otro. No sería lo normal.

Pónganse a pensar un segundo cada vez que ven un grupo de amigos. Mírenlos con atención: uno gordo, uno flaco, uno lindo, un gracioso y un amargado. Aunque es verdad, existen otras combinaciones posibles. Por ejemplo, el gordo puede ser gordo y feo, el flaco puede ser gracioso y el lindo un amargado. Pero no cambian mucho esta realidad.

Yo no permitiría que haya otro “negro”. Bastante me costó asimilar mi apodo sin enojarme siquiera un poco; no voy a permitir que venga un negro ajeno -ya bautizado por otros- a mi grupo de amigos, así como si nada. Si aceptaría que otro de sus “atributos” fuera resaltado: el “Diente”, por decir algo.

Somos nosotros. El “Colo”, el chiquito gracioso, el fachero, el amargo y yo. El “Negro”. No sería normal que fuese de otra manera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario