miércoles, 13 de abril de 2011

PROBLEMA BRAVO

Grupos de personas que utilizan la pasión que genera el deporte. La utilizan como excusa, se escudan detrás de ella. Para armar negocios, para ser violentos. Esas son las barras bravas.
Esta semana se hizo público que el Ministerio del Interior contactó a Pablo Alabarces (ex asesor del gobierno argentino) para que estudiara el modo de funcionamiento de las barras del fútbol uruguayo y formulara propuestas de seguridad.

El Ministerio comenzó mal. Argentina es el país que más dificultades tiene con estos grupos violentos. No solo no han solucionado, sino que ha empeorado. El objetivo no debe ser controlarlos o tranquilizarlos, sino erradicarlos.

Alabarces: autor de libros de referencia sobre el tema en Argentina. Escribe libros, es contratado por los gobiernos. El problema persiste.

¿Acaso alguien en su sano juicio termina con su fuente de trabajo?

Con las medidas de seguridad, vallados, pulmones y muchos policías no se termina el problema.


Foto: espndeportes.espn.go.com
En el caso de Peñarol y Nacional, sus barras son fáciles de localizar. Salen siempre de la sede de sus clubes. Entre semana se los puede ver rondando por ese lugar, o visitando los entrenamientos. Reciben entradas, pero no solo para ellos. Tienen entradas para revender, así como camisetas oficiales de los jugadores.


La policía sabe quiénes son, dónde están y cómo se manejan. Lo sé yo, y lo sabe cualquiera medianamente empapado con el mundo del fútbol.

Me pregunto qué sabe un argentino que no sepamos nosotros. Cuáles son las razones por las que este señor solucionaría un problema que ni siquiera ha podido controlar en su propio país. No encuentro respuestas.

El gobierno dio un paso atrás en la lucha contra las barras bravas. No se intenta más erradicarlos. Ya aceptaron que son un mal instalado y buscan controlarlo. Estamos igual que Argentina diez años atrás. Estamos ante un problema bravo.

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