domingo, 10 de julio de 2011

LADRONES DE IDENTIDAD


La sensación de inseguridad en la capital uruguaya ha mutado la personalidad de algunos de sus habitantes. Los miedosos.

Gente que solía pasearse tranquilamente por la plaza de su barrio, hoy se encierra tras las rejas de su casa. Personas que acostumbraban hacer a diario los mandados en el almacén de la esquina, ahora buscan el surtido semanal en los grandes supermercados.

En Montevideo hay muchos miedosos. Estoy rodeado de ellos, y no los culpo. Aunque tampoco a Canal 4. Dentro de ese universo, existen varias categorías con distintas patologías.

La madre paranoica es una. Ella teme que le roben, pero la preocupación no termina ahí. Su miedo se multiplica por cada hijo que tiene. Los celulares son los que la mantienen cuerda. Sus niños pueden avisarle en todo momento dónde están. Si no lo hacen, ella los puede llamar una y otra vez. Los tiene como “número amigo”.
El adolescente menudo. Otro. Este prototipo solo teme por su propia seguridad. Son blanco fácil para los malandrines que van de a dos. El celular, el mp3 y algunos pesos que sus abuelas les dan cada vez que las visitan. El jornal del chorro.

Las muchachas de televisión. Y no porque aparezcan en ella. En la adolescencia, a los chicos y chicas les sobra el tiempo libre. Ese tiempo lo utilizan, además de para entrar a Facebook, para mirar televisión. La caja negra ejerce gran influencia sobre ellos. Los informativos se encargan de que estas mujeres miren constantemente para ambos lados en la calle. Y no para cruzarla.

Los abuelos miran para atrás cada vez que detectan sonido de pasos. Pobres. No pueden salir tranquilos en su caminata diaria. ¿Cuántos la han suprimido a causa de esto? No lo sé. Montevideo se está desnaturalizando. Ver veteranos por todas partes caminando por las calles es algo típico de nuestra ciudad. Que no se pierda.

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