A sus casi 50 años ocupa un lugar sobre el cual se tejen infinitos prejuicios, se cuentan distintas historias y acerca del que poco se sabe. Ramón Jesús -corpulento, canoso, de andar confiado- es el líder de la barra brava del Club Nacional de Football. Pero su vida no gira solamente en torno a su rol de barra, sino que es una persona como cualquier otra, un hombre “común y corriente”, según se define; tiene una familia a la que proteger, trabaja para pagar las cuentas y vive desde cerca la inseguridad reinante en la capital uruguaya. “Me parece que la gente no se puede imaginar que tengas otro tipo de vida”, dice. Asimismo, combina su papel en las tribunas con su labor como funcionario del club: velar por la seguridad en todos los espectáculos deportivos y eventos institucionales en los cuales se presente Nacional.
Son las siete de la tarde de un frío sábado en la ciudad de Montevideo. Sentado frente a la puerta de la sede social del Club Nacional de Football se encuentra Ramón Jesús, con una tranquilidad y confianza, como la que cualquier hombre puede tener sentado en el porche de su casa. Lo acompaña su mano derecha a la hora de comandar en las tribunas, un individuo delgado y bajo -en contraposición de lo que se observa en “el gordo” Ramón- sin nombre pero con un apodo, el “Sapo”.
El respeto mutuo que Ramón pregona, es una de las razones por las cuales se ha mantenido como líder de la barra durante diez años, antigüedad que nadie había logrado ostentar. “Lo que pasa que tenés que tener personalidad, aparte de imponer respeto tenés que demostrarle a la gente que puede confiar en vos” – dice resaltando constantemente los pilares de su personalidad, que lleva con orgullo. “Me conduje siempre de una misma manera, con códigos y principios gracias a los cuales me gané el respeto tanto de la gente de Nacional como de los rivales”. En cuanto al lado violento que todo barra brava parece tener, afirma que “casi siempre que tuve que reaccionar por la fuerza o con violencia fue en defensa propia y en inferioridad numérica. Lo mío está muy lejos de la canallada, el patoterismo y esas cosas” –aclara distanciándose de cualquier posible comparación.
A diferencia de la creencia popular, el contacto entre las barras bravas y la dirigencia de los equipos de fútbol existe. En el caso de “La Banda del Parque”, Ramón asegura que no tiene nada que ocultar; “el contacto que tengo con la dirigencia es muy bueno por el hecho que dentro de la institución me gané un respeto. Me he hecho respetar pero a la vez yo respeto mucho a la gente y se han dado cuenta de que soy una persona con la que podés hablar como cualquier otra”, termina mientras endereza su posición en la butaca y cruza los brazos. Por su lado, los dirigentes tampoco vacilan en revelar la existente relación entre ambas partes; “es un aspecto saliente el que Nacional por suerte ha desarrollado. Hay un permanente diálogo entre los referentes de la hinchada y los directivos para tratar de llevar a cabo los espectáculos en paz. La relación es constante” -afirma Aparicio Ponce de León. El contacto es evidente, de lo contrario, Ramón no se encontraría en esa pequeña oficina ubicada en el interior de la sede, de nochecita, en un horario en el cual el “palacio de cristal” de la Avenida Ocho de Octubre no se encuentra abierto a todo público. Las luces están apagadas y de fondo se escucha un constante ruido que retumba y ensordece: los muchachos de los bombos están practicando para luego demostrar lo ensayado durante el partido. Acostumbrado al ambiente, confiesa con algo de resentimiento que, a pesar de la buena relación entre la barra que el comanda y la dirigencia, ésta no los apoya económicamente. “En estos momentos lo tienen prohibido por el protocolo que se firmó” -agrega haciendo referencia al nuevo estatuto de la AUF, el cual prohíbe a los clubes financiar las barras de aliento.
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Pero los vínculos y conexiones del capo de la barra bolsilluda no terminan allí. Gustavo Varela, actual integrante del plantel principal del Club Nacional de Football, reconoce tener “una linda amistad de muchos años, desde que estuve en las inferiores del club”. Dice que Ramón siempre ha estado con el plantel, e incluso los acompaña en los viajes al exterior por Copa Libertadores; además comenta que siempre antes de los partidos “él está en Los Céspedes -complejo deportivo donde se entrena el equipo de primera división- para alentarnos y para darnos el visto bueno de que la barra va a estar siempre acompañándonos”. De todas maneras, la relación no se basa en dar todo sin esperar nada a cambio; los jugadores retribuyen el apego a la causa: “dentro de lo que se puede ayudar, ellos nos comunican siempre que, por ejemplo, para viajes se les puede dar una mano en algo, y los jugadores estamos a las órdenes” –reconoce Varela.
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Actualmente, forma parte de la murga de Nacional, denominada “Los del Parque”. “Soy uno de los dos que la creamos” –cuenta; “conversando con Daniel `pela´ Núñez, que es un gran artista, surgió la idea de combinar nuestras pasiones –Nacional y el carnaval- y así formar la murga. Hoy puedo decir con mucho orgullo que, sin mucho alarde de prensa, tenemos más de 2000 discos vendidos”. Por otro lado, aclara que la murga no tiene relación alguna con el grupo que comanda en las tribunas; “el `pela´ Nuñez es el único, pero los demás son gente de la hinchada, no de la barra”. Hugo Márquez, integrante de “Los del Parque”, dice que “además de ser una de las voces, Ramón es el que lleva el grupo adelante, se encarga de la organización y de que el trabajo sea serio”.
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“Es un gran hincha, una gran persona, con la tranquilidad y serenidad necesarias para la labor que realiza”, opina Aparicio Ponce de León. “La verdad que se ha comportado en cada estadio que ha ido notablemente y eso es un ejemplo para el fútbol uruguayo” dice Gustavo Varela. “Comparte todo, es una persona responsable y atenta” cuenta Hugo Márquez. Su fuerte personalidad, el respeto que brinda e impone y los códigos que maneja, lo llevaron a destacarse como líder en varios ámbitos. Hoy en día es funcionario del club que ama, la cabeza principal de una de las barras de aliento más numerosas del país, y es también el integrante principal de la primer murga oficial de un equipo de fútbol. Todo nucleado por una pasión Nacional.
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