Ramón Jesús: líder de la barra brava de Nacional
A sus casi 50 años ocupa un lugar sobre el cual se tejen infinitos prejuicios, se cuentan distintas historias y acerca del que poco se sabe. Ramón Jesús -corpulento, canoso, de andar confiado- es el líder de la barra brava del Club Nacional de Football. Pero su vida no gira solamente en torno a su rol de barra, sino que es una persona como cualquier otra, un hombre “común y corriente”, según se define; tiene una familia a la que proteger, trabaja para pagar las cuentas y vive desde cerca la inseguridad reinante en la capital uruguaya. “Me parece que la gente no se puede imaginar que tengas otro tipo de vida”, dice. Asimismo, combina su papel en las tribunas con su labor como funcionario del club: velar por la seguridad en todos los espectáculos deportivos y eventos institucionales en los cuales se presente Nacional.
Son las siete de la tarde de un frío sábado en la ciudad de Montevideo. Sentado frente a la puerta de la sede social del Club Nacional de Football se encuentra Ramón Jesús, con una tranquilidad y confianza, como la que cualquier hombre puede tener sentado en el porche de su casa. Lo acompaña su mano derecha a la hora de comandar en las tribunas, un individuo delgado y bajo -en contraposición de lo que se observa en “el gordo” Ramón- sin nombre pero con un apodo, el “Sapo”.
El número uno de “La Banda del Parque” -como se hace llamar la barra tricolor- tiene 49 años y se vincula a la institución desde que puede recordar. “En Nacional estoy desde siempre, jugué al baby fútbol acá hasta la quinta división, y también jugué al básquetbol. Tuve a una gloria de Nacional como técnico: el "chango" Escalada” -agrega como si no se pudiese permitir
dejar afuera a un ídolo de la institución-. Predestinado como pocos a estar ligado a Nacional, en el festejo de su cumpleaños número once, el nueve de junio de 1971, el conjunto albo se consagró por primera vez en su historia campeón de la Copa Libertadores de América (tras ganarle a Estudiantes de la Plata dos tantos contra cero); “un regalo del que no me voy a olvidar jamás” confiesa con los ojos entumecidos y la voz quebrada. Comenzó a frecuentar la barra desde los 15 años, época en la cual las dos hinchadas (Nacional y Peñarol) iban juntas a la Ámsterdam; desde ese entonces le es difícil ubicar un partido en el que no haya acompañado al equipo, revela con orgullo. Su función, como lo expresa Aparicio Ponce de León -gerente de prensa del club- es la de bregar por la paz de los espectáculos deportivos y eventos institucionales en lo que participa Nacional. Ramón Jesús es funcionario del Club Nacional de Football.
0Su visión en cuanto a la violencia existente en la sociedad, permite comprender las funciones apaciguadoras que cumple en la barra brava de Nacional. “El tema es que desde el 2000 (año en el que asumió el liderato de la barra) hasta ahora, la violencia se ha incrementado en toda la sociedad” –dice. “Lo que me parece que está a la vista, es que los índices de violencia doméstica y de homicidios por robo han aumentado. Eso te marca que la sociedad ha crecido mucho en violencia en todos lados, lo que se refleja un poco en el fútbol. Igual soy de los que tiene el pensamiento de que en el fútbol es donde menos violencia hay, las estadísticas lo cantan así” –añade cómodamente sentado detrás de un pequeño escritorio ubicado en el hall central de la sede social. De todas maneras, el “barra” tricolor confiesa que “antes te encontrabas si querías”, y que ahora no hay enfrentamientos con hinchadas rivales, porque “los últimos gobiernos han mostrado inquietud por darle prevención al tema”, medidas que considera acertadas. Asegura que jamás fue violento, y que los códigos no se pierden nunca por más edad que se tenga; “es mentira que por ser joven tenés que ser violento. Podés tener más energía, pensar menos las cosas, ser más inconsciente, pero no ser violento”.
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El respeto mutuo que Ramón pregona, es una de las razones por las cuales se ha mantenido como líder de la barra durante diez años, antigüedad que nadie había logrado ostentar. “Lo que pasa que tenés que tener personalidad, aparte de imponer respeto tenés que demostrarle a la gente que puede confiar en vos” – dice resaltando constantemente los pilares de su personalidad, que lleva con orgullo. “Me conduje siempre de una misma manera, con códigos y principios gracias a los cuales me gané el respeto tanto de la gente de Nacional como de los rivales”. En cuanto al lado violento que todo barra brava parece tener, afirma que “casi siempre que tuve que reaccionar por la fuerza o con violencia fue en defensa propia y en inferioridad numérica. Lo mío está muy lejos de la canallada, el patoterismo y esas cosas” –aclara distanciándose de cualquier posible comparación.
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A diferencia de la creencia popular, el contacto entre las barras bravas y la dirigencia de los equipos de fútbol existe. En el caso de “La Banda del Parque”, Ramón asegura que no tiene nada que ocultar; “el contacto que tengo con la dirigencia es muy bueno por el hecho que dentro de la institución me gané un respeto. Me he hecho respetar pero a la vez yo respeto mucho a la gente y se han dado cuenta de que soy una persona con la que podés hablar co
mo cualquier otra”, termina mientras endereza su posición en la butaca y cruza los brazos. Por su lado, los dirigentes tampoco vacilan en revelar la existente relación entre ambas partes; “es un aspecto saliente el que Nacional por suerte ha desarrollado. Hay un permanente diálogo entre los referentes de la hinchada y los directivos para tratar de llevar a cabo los espectáculos en paz. La relación es constante” -afirma Aparicio Ponce de León. El contacto es evidente, de lo contrario, Ramón no se encontraría en esa pequeña oficina ubicada en el interior de la sede, de nochecita, en un horario en el cual el “palacio de cristal” de la Avenida Ocho de Octubre no se encuentra abierto a todo público. Las luces están apagadas y de fondo se escucha un constante ruido que retumba y ensordece: los muchachos de los bombos están practicando para luego demostrar lo ensayado durante el partido. Acostumbrado al ambiente, confiesa con algo de resentimiento que, a pesar de la buena relación entre la barra que el comanda y la dirigencia, ésta no los apoya económicamente. “En estos momentos lo tienen prohibido por el protocolo que se firmó” -agrega haciendo referencia al nuevo estatuto de la AUF, el cual prohíbe a los clubes financiar las barras de aliento.
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Pero los vínculos y conexiones del capo de la barra bolsilluda no terminan allí. Gustavo Varela, actual integrante del plantel principal del Club Nacional de Football, reconoce tener “una linda amistad de muchos años, desde que estuve en las inferiores del club”. Dice que Ramón siempre ha estado con el plantel, e incluso los acompaña en los viajes al exterior por Copa Libertadores; además comenta que siempre antes de los partidos “él está en Los Céspedes -complejo deportivo donde se entrena el equipo de primera división- para alentarnos y para darnos el visto bueno de que la barra va a estar siempre acompañándonos”. De todas maneras, la relación no se basa en dar todo sin esperar nada a cambio; los jugadores retribuyen el apego a la causa: “dentro de lo que se puede ayudar, ellos nos comunican siempre que, por ejemplo, para viajes se les puede dar una mano en algo, y los jugadores estamos a las órdenes” –reconoce Varela.
0 Por otro lado, aparte de la ardua tarea de controlar a los numerosos grupos de personas que se reúnen en la popular tricolor, Ramón Jesús vive una vida como la de cualquier otro ciudadano montevideano. Reside en el barrio Flor de Maroñas junto a su esposa y un nieto del cual se encarga; reconoce que su familia a veces teme por él; “sobre todo porque he recibido llamadas amenazándome y muchas veces atiende ella (su esposa). Cuando atiendo yo no hay problema, siempre les digo: “¿Sabés dónde vivo? Venite que te espero así me podés cagar a tiros” –aunque nunca fue nadie, asegura. Asistió a la escuela Manuel Belgrano, y cursó el liceo en el Dámaso Antonio Larrañaga; tuvo una infancia “normal y bastante feliz” –recuerda. Para pagar las cuentas, a lo largo de su vida trabajó de todo un poco, “te puedo decir mil trabajos” -dice. “Hace tiempo trabajaba en el control de ómnibus de Arenal Grande; actualmente soy artesano en cuero y bueno, trabajo para Nacional” -añade con orgullo. Asimismo, recuerda viejos tiempos en los que trabajaba en la puerta de W Lounge (local bailable ubicado en el barrio Parque Rodó); “entré ahí porque soy de confianza del dueño. Después lo dejé porque tengo una actividad artística, salí trece años en carnaval. Desfilé en “Las Cuarenta”, una murga muy buena que había antes, y en Paysandú salí en varias murgas también; además trabajé en una obra teatral. Me parece que la gente no se puede imaginar que tengas otro tipo de vida” –añade con cierto recelo.
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Actualmente, forma parte de la murga de Nacional, denominada “Los del Parque”. “Soy uno de los dos que la creamos” –cuenta; “conversando con Daniel `pela´ Núñez, que es un gran artista, surgió la idea de combinar nuestras pasiones –Nacional y el carnaval- y así formar la murga. Hoy puedo decir con mucho orgullo que, sin mucho alarde de prensa, tenemos más de 2000 discos vendidos”. Por otro lado, aclara que la murga no tiene relación alguna con el grupo que comanda en las tribunas; “el `pela´ Nuñez es el único, pero los demás son gente de la hinchada, no de la barra”. Hugo Márquez, integrante de “Los del Parque”, dice que “además de ser una de las voces, Ramón es el que lleva el grupo adelante, se encarga de la organización y de que el trabajo sea serio”.
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“Es un gran hincha, una gran persona, con la tranquilidad y serenidad necesarias para la labor que realiza”, opina Aparicio Ponce de León. “La verdad que se ha comportado en cada estadio que ha ido notablemente y eso es un ejemplo para el fútbol uruguayo” dice Gustavo Varela. “Comparte todo, es una persona responsable y atenta” cuenta Hugo Márquez. Su fuerte personalidad, el respeto que brinda e impone y los códigos que maneja, lo llevaron a destacarse como líder en varios ámbitos. Hoy en día es funcionario del club que ama, la cabeza principal de una de las barras de aliento más numerosas del país, y es también el integrante principal de la primer murga oficial de un equipo de fútbol. Todo nucleado por una pasión Nacional.